Comencé a celebrar las vacaciones a principios de diciembre dándole fuerte a los polvorones y turrón. Para fin de año mi peso habÃa aumentado 5 kg y sentÃa un empacho existencial que me desmotivaba para casi todo.
No es lo más acertado hacer balances vitales cuando se está medio intoxicado por los excesos culinarios, pero las fechas lo pedÃan y casi consideré que un año de blog ya era suficiente experiencia; incluso me planteé si no serÃa necesario un cambio de actividades para no, más adelante (glups) , pensar que dediqué todo “mi tiempo†a la montaña perdiéndome otras cosas tambien interesantes...
Asi de confundido y más por inercia que por decisión voluntaria, me acerqué a los planos buscando la salvación; pero en las distancias asequibles todo ya estaba hecho. Todo visto. Sólo quedaban las variantes para llegar, a destinos ya conocidos.
Con ese paupérrimo estado de ánimo intenté recordar alguna excursión salvadora, que me hubiese gustado de principio a final, para asirme a ella como a un flotador y que me reflotara de ese inusual estado de ánimo... Y pensando y repensando recordé la siempre agradable ascensión al Matagalls desde Viladrau, propuesta por Joan Lopez Cortijo en “El Montseny itineraris pel parc naturalâ€.
Sigo con el blog, luego existo.
Obtuve los efectos deseados.
Supongo que el consumo de aquella energÃa excedentaria reubicó mi estado de ánimo a los parámetros habituales y empecé a ver claro, o cuando menos igual de turbio que siempre y se alejaron las neblinas de mi cabeza y decidà que si la montaña me curaba por algo serÃa y como amante ;-) agradecido seguirÃa siendole fiel, al menos mientras el cuerpo me responda y el ataque de los polvorones no sea implacable.
Si tienes Google Earth