Este finde me he dado cuenta de que cuando las ganas de monte me pueden (y no tengo responsabilidades frente a terceros), miro la meteo demasiado superficialmente. Si ponen soletes, para mi ya se cumplen los mÃnimos y el final de la explicación meteorológica me suele pillar por el pasillo con la mochila en una mano y el polar en la otra.
Voy a disfrutar en el monte y las capelinas, los suelos húmedos, los planos mojados... no contribuyen demasiado a este objetivo; por eso me guÃo por la proposición: "Si no lluvÃa, entonces excursión". Y el sistema funciona en general bastante bien, menos en Tarragona: del Montsant, del Port, de Pratdip... he sido expulsado varias veces por el viento.
Me resulta extraño que, con cielos impecables y visibilidad inmejorable, con soles rutilantes... tener que decidir "que no"; porque caminar dando tumbos como un pelele por los senderos y no poder sacar el plano; y sentir la cara latigueada por las correas de la mochila... no es disfrutar; Entonces me retiro un poco perplejo y desilusionado, no comprendo demasido porque ese viento inoportuno no cesa y me deja caminar tranquilo por esos paisajes limpios. Entiendo la lluvia pero no el viento.
Llegamos el sábado a Pratdip y la tranquilidad del ambiente no vaticinaba la ventolera de la noche y del dÃa siguiente. Pero por la noche se desencadenó un vendaval de narices que meneo nuestra cama, un todo terreno de 1800kg, como si fuese una cunita. Por cierto, cuánto me gusta observar la Naturaleza desatada desde la seguridad de mi confortable cubÃculo arropado con el saco y un montón de mantas.
Las primeras luces del domingo nos mostraron la Dobia teñida de rojo y el viento inmoderado, con su persistencia me fue dictando el orden del dÃa: Probar tÃmidamente por la ladera de sotavento "hasta donde se pueda". No entrar en lugares peligrosos donde un desequilibrio pueda ser fatal...
Como rebeldÃa nos retiramos un poco antes de que la excursión llegase a ser un castigo. Y lo hicimos con alegrÃa, compensando la frustración de no poder entrarle a ese paisaje, con un proyecto asumible en esas circunstancias: una birra en el bar del pueblo. Dicho y hecho.
Nos prometimos, eso sÃ, volver. ¡Pero sin viento!.
Ha sido un finde de relajo, pero no me preocupa demasiado porque bajamos al Port el jueves.
Y como he aprendido la lección hoy mismo prepararé itis extras por las caras Sur, por si el viento sigue haciendo de las suyas.