Del 11 al 18 en Menorca. Breve pero suficiente estancia para formarme una opinión (excursionista) sobre la isla.
Nadie puede negar que Menorca, declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco en 1993, es una isla bonita. Su paisaje, con mÃnimas elevaciones es fundamentalmente agrario. Sus costas, mayoritariamente acantiladas, invitan a paseos románticos; y sus calas, en general bastante bien conservadas, son apreciadas por los adoradores del sol.
Hay itinerarios para conocer su territorio: la recorren caminos señalizados para bicicletas y perimetralmente el "Cami de Cavalls" , causante de disputas entre los propietarios de la tierra y los caminantes que sentÃan usurpado su "derecho de paso".
¿Qué más se puede desear...?
La culpa es de las piedras. Debe serlo. Hay tantas que los menorquines no saben que hacer con ellas. Para poder cultivar han de amontonarlas construyendo impresionantes barracas de piedra seca y muros. Estos muros me contrarÃan. Al ser terreno llano, no tienen la utilidad entrañable de contención, para el aprovechamiento agrario de lo imposible, sino que se convierten en simples tapias que delimitan propiedades (función perversa que impide la libertad de movimiento). Y las propiedades cercadas se convierten en inmensas dehesas y cotos. Los muros manifiestan la realidad excluyente de la propiedad privada: hechos los muros cuesta muy poco poner un cartel prohibiendo el paso. Es incontestable el lÃmite y la sensación de ilegalidad si lo franqueas hace incómoda la estancia.
Menorca es una isla tranquila pero su paz me es hostÃl porque nace de la violencia muda de las prohibiciones. Dicen que hubo abusos: campings ilegales, suciedad... y peligros inmobiliarios exorcizados con la declaración de Reserva de la Biosfera. Quizas sà y quizas se aprovechó el desafuero de algunos para justificar el enroque de grandes propietarios que asi aislaron sus mansiones, en el desierto de piedras. Llamé a interfonos para pedir permiso para usar los caminos y me negaron el paso... ¡No pedÃa entrar en su casa, sólo usar un camino! Entré en una propiedad que excepcionalmente tenÃa la puerta abierta y los empleados al detectarnos nos indicaron rapidamente que pisabamos suelo prohibido... ¡No querÃa allanar nada, sólo habÃa extraviado el camino!
Me resultó imposible realizar itinerarios circulares planeados sobre el papel. Muchos caminos del mapa estaban inutilizados por candados. Solo pude caminar por lo señalizado. Me ofendió esa presunción de incivismo y peligrosidad que destilan comportamientos tan defensivos. Me sentà ganado turistico llegado para aportar beneficio económico.
Es una visión muy personal fruto de mi manera de plantearme las excursiones y mi aversÃon por las fronteras. Supongo que la mayorÃa disfrutará de los itinerarios marcados que conducen por lugares muy hermosos de la isla sin estas percepciones negativas.
Menorca es inhospita a los espiritus exploratorios. No es una isla para caminantes libertarios.