Dicen los sociólogos que el hombre contemporáneo se define por sus aficiones: (no me extraña, mal irÃa quien tuviera que definirse por su trabajo-basura...). Según ésto debo ser caminante (o excursionista) que se dedica a.... ¡para que hablar de eso...!
Para liberarme del peso de ser yo mismo -dejar de ser yo temporalmente- procuré ir a Navarra sin mapas y con una única reseña más divulgativa que técnica, cuyo interes radicaba más en citar lugares interesantes que en explicar sin errores como llegar a ellos... Pensé que asà podrÃa cambiar de registro y temporalmente ser otro-yo: un turista.
Asi pues este "otro-yo-turista" visitó sin cargar demasiada mochila: Pamplona, en particular sus murallas y casco antiguo; Estella, por donde pasa el Camino de Santiago; el Monasterio de Iranzu y la sierra que lo arropa; San Miguel de Aralar, la cueva de Amutxate, el pico de Beloki, hayedos...; el bosque de Orgi, extenso y didáctico jardÃn de flora autóctona; castillo de San Francisco Javier, ¡tantos años sin verlo!; Aibar y su atracción excursionista: la fuente de las Hiedras; la Foz de Lumbier, inseparable de sus buitres; Olite, donde compré vino cooperativo; y las Bardenas, hermoso desierto en el sur.
La experiencia fue positiva: no me dió el telele. La curiosidad me puede y siempre hay algo por ver o fotografiar que me abstrae y excita. Pero dudo que pudiese cambiar del todo para ser turista.
Revisando definiciones: Soy caminante, excepcionalmente turista que se dedica a.... ¡para que hablar de eso...!
pd/ Como precaución, para ser sólo turista atemperado, para no hacer una inmersión brutal en este experimento de cambio de personalidad, no me alojé en hostales ni hoteles; dormà en mi vehÃculo como siempre: ¡los experimentos con gaseosa!...