No me gusta conducir los fines de semana alargados por puentes. Demasiada gente presurosa por llegar al destino y si hay verbenas por medio, demasiado alcohol... En realidad no sólo fue ésta la causa de que no saliera al monte. Influyó una semana de demonios, con mucho trabajo y poco sueño. Necesitaba dormir al menos ocho horas y no madrugar. Por otra parte un amigo me ha dejado un poco de tierra, un bancal, para hacer mis pinitos hortÃcolas, y esto es tentador: un gimnasio al aire libre, donde el esfuertzo tiene un objetivo constructivo. Siempre me ha parecido un despilfarro -y una mofa a los hambrientos del mundo- la gente de los paises ricos quemando las calorÃas que otros necesitan para sobrevivir. (SerÃa hermoso que las máquinas de los gimnasios fueran capaces de almacenar la energÃa aportada gratuitamente por nuestros sobrealimentados conciudadanos y se enviara al Tercer Mundo para iluminar poblados o mover bombas de agua...).
Asi que no caminé pero si hice ejercicio y estoy satisfecho.
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Hoy me entero que una compañera del CEC, Ursula, ha perecido en un accidente de montaña. Era una montañera de las de antes. Siempre la miré con respeto. Me apena su perdida, pero a la vez intuyo que ha tenido el fin más hermoso que puede esperar un alpinista: ejerciendo su pasión, lejos de la decadencia fisica y de los hospitales. La recordaré en activo, silenciosa y con la mochila a la espalda.